OPINIÓN | Las redes sociales hoy impregnan nuestras vidas. Se han convertido en un elemento esencial de la cotidianidad actual, ya que se puede acceder a ellas con mucha facilidad. ¿Quién de nosotros no posee, por lo menos, un móvil o un ordenador al que puede conectarse en cualquier momento del día sin ninguna dificultad? Las redes sociales que han ido evolucionando a lo largo de la historia como Facebook, Instagram, Whatsapp, Youtube o Twitter son solo algunos ejemplos de esta nueva “era digital». En principio, su primera función era compartir contenidos y opiniones de los usuarios, junto a la principal función que les acomunaba: comunicar. Era una simple forma de expresarse en este mundo tan globalizado como es el siglo XXI.
Cuanto más iba evolucionando la tecnología, más iba creciendo su poder comunicativo, llegando a igualar a los medios de comunicación más tradicionales. Todos ellos, viendo que estaban perdiendo su batalla contra las redes sociales, tuvieron que aliarse con ellas, tal y como dice el refrán: «Si no puedes con tu enemigo, únete a él». Todos los medios de comunicación masivos tuvieron que abrirse perfiles en las redes sociales para captar la atención de las audiencias que estaban perdiendo.
La cuestión que muchos se han preguntado es si estas nuevas formas de comunicación o “nuevo periodismo” son algo positivo o negativo y cómo será su evolución futura. Las redes sociales se han convertido en el nuevo espacio comunicativo global, capaz de captar la atención de millones de usuarios de forma inmediata, además de aportar otros factores como la interactividad y la hibridación entre los distintos formatos a la hora de publicar los contenidos informativos. Robert Hernández, profesor de periodismo en la Universidad de California del Sur, afirma que “no es momento de juzgar si es bueno o malo estar en las redes sociales, la realidad es que hay que estar en ellas”.
El problema de esta nueva era digital es que ya no se conoce la frontera entre el periodismo y la comunicación. El periodismo debería ser esa profesión que busca la verdad por encima de todo. No debería buscar el espectáculo como muchos usuarios hacen en las redes sociales, sino que debería transformar los hechos desconocidos en noticias. Además, otra relevante diferencia que debemos señalar es que el periodismo no se debería encargar de opinar sobre los hechos de la actualidad, mientras los usuarios sí pueden hacerlo en sus redes sociales de forma totalmente libre.

A día de hoy, la rapidez se impone a la veracidad, y la brevedad a la contextualización. Pero, no todo lo que se escribe en las redes es cierto. Y el trabajo del periodista se basa en confirmar la veracidad de esa información.
Según el periodista de La Vanguardia Marc Bassets, “nunca ha sido tan necesario como ahora un periodista que ordene, contextualice e investigue la información”. El periodista de Eldiario.es, Ramón Lobo, afirma que “el objetivo no es ser el primero en tuitear una banalidad, en publicar una mentira, el objetivo es contar la verdad, entenderla». Javier Espinosa, periodista de El Mundo, considera que las nuevas tecnologías “son una fuente infinita de documentación, pero el periodismo se sigue haciendo en la calle, no buceando en internet”.
Todos coinciden en una idea: la necesaria búsqueda de la veracidad de los hechos antes de compartirlos con el resto del mundo. Debemos reconocer una nueva realidad. Ya no nos informamos como hacían nuestros padres, ni nuestros padres como hacían nuestros abuelos. La globalización ha producido un cambio rápido e inevitable en nuestras vidas y las redes sociales se están convirtiendo en los nuevos medios de comunicación.
¿A quién no le ha pasado de enterarse de lo que ha ocurrido en el mundo por algún tweet, alguna historia o alguna publicación?
Hoy los periódicos sobreviven como pueden, las televisiones mantienen audiencias por sus programas y series, y las radios están en una constante reestructuración. Un panorama que nadie puede saber cómo acabará, y que los medios, especialmente la prensa escrita, no supieron prever en su momento.
Confío en las futuras generaciones de periodistas, como la mía, crecidos en la era digital, para que seamos capaces de imponer el derecho a una información veraz, creíble y fiable en el mundo de las redes sociales, donde un simple titular no sustituya a toda la noticia. Confío en la creación de un mundo donde la publicidad de grupos o empresas no sea considerada noticia, ya que esa información debilita y deja indefenso al ciudadano ante las grandes multinacionales y gobiernos, que sólo piensan en sus objetivos y no dudan en manipular lo que sea y a quien sea para conseguirlos.
Nosotros, como nueva generación de periodistas, deberemos ser capaces de liderar el cambio del periodismo analógico al digital, aliándonos a las redes sociales.