OPINIÓN I Alfabetizar. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española tiene el significado de “enseñar a leer y escribir” y viene de la palabra alfabeto, que tiene origen en las letras griegas alpha, beta. Además, incluye la terminación -izar, que hace referencia a “convertir en”. De dicha palabra deriva la que va reinar en este artículo: Alfabetización.
El alfabeto es la herramienta que sirve para representar de manera ordenada las letras con las que se simbolizan los sonidos de una lengua.
Desde el momento en el que las sociedades fueron conscientes de la existencia de herramientas para llevar a cabo una interacción y comunicación social, el alfabeto ha existido y ha sido la principal de todas ellas para la construcción de palabras y mensajes.
Otra cosa bien distinta es que se hubiera plasmado en un papel o imaginado en las mentes de aquellos tiempos, pero existía.
Las sociedades de entonces, las posteriores y las de las últimas décadas, puede que tuvieran en común algunos aspectos de tipo biológico, histórico o incluso comunicacional.
Sin embargo, en los últimos 20 años ha surgido una sociedad acunada en algo que ninguna de aquellas comunidades tuvo: la digitalización, la tecnología y con ello, una era revolucionaria que ha modificado por completo las formas de comunicación que venían realizándose.
¿Qué ha supuesto socialmente este cambio en la manera de comunicar y alfabetizar?
El periodismo, una profesión que tiene como principales responsabilidades la de ser comprensible para todos.
Un oficio que además, ha tenido que mutar en otros formatos y aprender a adaptarse a medios y estrategias de mercado que no estaban en los planteamientos iniciales.
Los ciudadanos de a pie, muchos de ellos, lectores de periódicos, otros espectadores y oyentes de la televisión y la radio, seguidores de las redes sociales, subscriptores de portales y plataformas web. Todos ellos, sujetos de la información y aprendices de todo lo que en los medios se incorpora como experimento para lograr comunicar de distintas formas.
No es un secreto que el producto de las empresas de comunicación no es la información y los contenidos. El producto y el nicho de mercado son las personas.
Todo individuo que escucha, lee, ve y atiende a la información que se le da, sea de una manera u otra, como, cuando y donde sea.
Lo que si que está más a la sombra y no es tan evidente es el aprendizaje por ambas partes de esa nueva forma de alfabetización.
Hagamos cierto análisis:
Tanto medios, empresas, no solo de comunicación sino de cualquier ámbito, como las propias personas, estamos continuamente condicionados por actualizaciones en nuestro día a día.
Nuestro teléfono móvil o cualquier otro dispositivo inteligente, son ya parte de nuestra vida, de nuestra rutina, y sin lugar a dudas, de nuestra propia identidad.
Se ha llegado a considerar necesario salir de casa con el teléfono móvil, como si la ausencia del mismo en nuestro bolsillo fuera a provocar la incapacidad de caminar, hablar, o respirar.
Es cierto que todos estos dispositivos pueden resultar muy útiles y necesarios en según qué contextos.
Pero ¿Realmente es necesario echar un vistazo a Instagram en medio de una comida familiar, una reunión entre amigos o una cita?
Todo es alfabetización, recordemos “enseñar a leer o escribir”, algo que últimamente ya hacemos tecleando y observando una pantalla .
Hoy en día se lee mucho más de manera digital que en papel y se escribe más por WhatsApp o mediante teclas de ordenador que en un soporte físico, con lápiz o bolígrafo.
¿Supone esto un problema en el aprendizaje infantil?
Existe cierto temor a que llegue un día en el que todos los soportes físicos desaparezcan, que pase todo a ser virtual, digital, tecnológico. Los más pequeños son quizá los más afectados por esta era tecnológica.
Han nacido, nacen y crecen en un mundo donde todo es inmediato, actual, veloz y digital.
Lo analógico cada vez está más en un segundo y tercer plano. Los libros de texto ya no suelen ser encuadernados o impresos, han mutado en un formato completamente digital.

Los hogares de estos niños están cargados de elementos multimedia que les generan unos estímulos muy distintos a los de un papel y un bolígrafo.
Es aquí donde la constancia en los estudios y el rendimiento escolar descienden notablemente y con ello, la alfabetización general e individual de los estudiantes.
Así lo afirma el estudio de la Revista Iberoamericana de Psicología y Salud en consonancia con la Sociedad Universitaria de Investigación en Psicología y Salud.
De todo ello también nos habla el trabajo de Rita Brito y Patricia Días en relación a “La Tecnología digital, aprendizaje y educación; prácticas y percepciones de niños menores de 8 años y sus padres”, realizado en Portugal en el año 2016.

El profesor en prácticas en el colegio madrileño CEIP. Dulce Chacón, Sergio Martínez, corrobora también lo comentado en los trabajos a los que se ha hecho alusión.
Desde su breve experiencia, ha comprobado cómo el uso de las tecnologías dentro y fuera del aula, acostumbra a los más pequeños a tener todo al alcance de un solo clic, con una inmediatez y exigencia, a veces contraproducente.
Algo que está transformando la alfabetización de los jóvenes desde sus edades mas tempranas.
Entonces, ¿Cuál es la solución?
Expertos apuntan a que la alfabetización social a nivel mundial en las ultimas décadas, y mucho más, en los últimos 2 años como consecuencia de la pandemia por Covid-19, se está viendo ensuciada por todas las facilidades y comodidades que tenemos a nuestra disposición.
En temas biológicos y médicos que se distancian en cierto modo del objetivo de este artículo, también se encuentran graves consecuencias.
Neurólogos como Facundo Manes, psicólogos como Michelle Weill y educadores como Larry Rosen, coinciden en que las funcionalidades del cerebro humano se ven muy afectadas cuando la gran mayoría de estímulos que reciben son digitales y tecnológicos.
Estos estímulos, cómodos, fáciles y saciantes de entretenimiento, derivan en muchos casos en un sedentarismo que provoca ansiedad, depresión, cansancio general, y sobre todo mental, cefaleas, etc.
Puede incluso llegar a provocar trombosis u otros trastornos y enfermedades mortales.
Por todo ello y para que las nuevas generaciones no sufran dichas patologías y trastornos, la mayoría de los entendidos aconsejan reducir el uso de dispositivos tecnológicos.
No perder la costumbre de lo analógico.
Entender la tecnología como elemento complementario en nuestras vidas, trabajos y estudios. No como las herramientas principales de supervivencia para ser humano y mucho menos de la alfabetización de las nuevas generaciones.